LA VIDA EN ROSA


Cristel Steppuhn de Vidal lleva setenta y siete años rodeada de rosales, dedicada al cultivo de la flor más representativa de San Pedro. A casi cuarenta años de aquella primera Expo Rosa, un grupo de Río Tala prepara una nueva fiesta de la rosicultura. La hija del pionero en el cultivo a nivel local, recorrió junto a La Opinión sus senderos de sus días y la de su familia, toda una vida en rosa.

La casa de Cristel huele a rosas, como no podría ser de otra manera. El aroma de una de las flores más hermosas del mundo puebla los sentidos de quien se acerque a su vivero, donde esta mujer de setenta y siete años trabaja, vive la rosicultura, ese mismo arte que su padre trajo a la ciudad y que se transformó en una de las características propias del paisaje sampedrino.
Entrar en la casa de Cristel es entrar en el universo de las rosas. En su cocina, sobre la mesada, dos floreros adornan el ambiente. Son rosas, claro. Blancas y amarillas, rosas y rojas. En ese marco, Cristel Steppuhn de Vidal cruza sus brazos y comienza a relatar la historia de su vida, que es la historia de los afamados rosales sampedrinos.

Historia de una familia rosa
Leonardo Steppuhn nació en Alemania. Allí estudió y se recibió de Ingeniero Agrónomo especializado en arboricultura. Para hacer sus prácticas finales comenzó a recorrer viveros de su país. En uno de ellos lo conoció en 1929 un miembro del famoso vivero rionegrino de la familia Rosauer y le propuso junto a dos compañeros venir a la Argentina. El joven emprendedor alemán no lo dudó y se embarcó, aunque solo, pues sus dos compañeros se arrepintieron en el puerto y lo saludaron desde tierra.
variedades, de las que se elegían las mejores para multiplicar. A muchos les daba variedades para que las cultiven, que se especializaran en una u otra variedad”. Así fue creciendo el mundo rosa que en el país reconocen como parte imprescindible de la cultura local.
“Un año, con la variedad Salmon Ange… nosotros cortamos muchas, y había un colega que nos pidió para exponer. Elegí las veinticinco más lindas y se las dimos. Ese año ganó el primer premio él, ¡con nuestras rosas!”, recuerda debajo de una carcajada que nos introduce en aquella primera gran exposición.

Historia de una fiesta rosa
La primera Expo Rosa fue en 1970 y nació casi de casualidad. “Vino un señor de Baradero, que no recuerdo el apellido”, dice Cristel con voz pausada y ojos celestes que penetran en el cronista y nos trasladan a aquella época. “Me dije, ‘no, en Baradero no, tiene que ser acá’, y les dije a mi esposo y a mi papá y nos pusimos manos a la obra. Faltaba muy poco para diciembre, pero en menos de un mes hicimos todo. Había que buscar floreros prestados, el señor Camuyrano, de la florería La Orquídea de Capital, nos prestó. Buscamos telas para tapar los andamios donde se iban a exponer, hablar con las personas que serían los jurados, buscar recursos para hacer las medallas, los premios, los afiches”, relató.
“Antes de hacer esta exposición, que fue en el Centro de Comercio, habíamos expuesto en la tienda La Marina, que estaba frente al banco Provinicia”, detalla Cristel. “¿Dónde estaba Modart?”, pregunta el cronista acusando juventud. “Claro”, dice Cristel entre sonrisas.
Fue por amor propio, cómo se iba a hacer en Baradero… tal vez si este señor no venía a pedir las flores, no se nos ocurría; pero su pedido nos dio impulso para organizarlo”, agrega.
Mientras organizaban, perdieron a uno de los más emprendedores: “El señor Grigioni falleció en el medio de la organización, fue una pena terrible, porque estaba muy comprometido”, cuenta esta mujer mientras sus manos activan una cámara digital en la que atesora las floraciones del último mes.

La primera Expo Rosa duró un fin de semana en el Centro de Comercio. Cada día renovaban las flores cortadas que ofrecían su esplendor en el salón donde hoy están las cajas. En el contiguo, el hoy Salón de los Espejos, INTA exponía investigaciones y proyectos. Miles de sampedrinos pasaron por esa primera exposición que despertó el clamor por los famosos rosales de la zona.
“En las cabeceras, en el centro, contra las ventanas, sobre los andamios cubiertos de tela oscura, bordó, estaban los floreros”, rememora. “Han pasado muchos años, pero esa primera fiesta estuvo muy linda”.
Desde ese momento, conformaron una Asociación de Rosicultores, que se ocupó durante décadas de llevar adelante la exposición. “Después pasó al Club Paraná. Había un señor del que prefiero ni acordarme el nombre que registró a su nombre la marca Expo Rosa San Pedro y después no la pudimos usar más”, dice con gesto adusto.
De las exposiciones participaban todos los rosicultores de la zona, poniendo en escena las variedades de rosa que se cultivaban y aún se cultivan en los campos sampedrinos.
“Después hubo varias, en un salón que se llamaba La Rosa, otra vez en el Centro de Comercio, en una carpa que me acuerdo les falló la corriente y se desinfló”, relata, una vez más, con la sonrisa dibujada en su rostro, iluminada por el recuerdo de las fiestas que con tanta pasión organizó para mostrar al país el fruto del trabajo cotidiano en los viveros. “Yo nací en un vivero, las rosas son mi vida”, define Cristel, que todos los días desde muy temprano y hasta entrada la noche trabaja sin descanso entre pétalos y espinas.
La tarea del jurado era ardua: “Tienen que estar bien sanos los pétalos, las hojas sin manchas ni lastimaduras, bien formadas, los sépalos, bien todo; cada hoja, cada pétalo, todo en su momento justo, que no esté muy cerrada ni muy abierta”, explica con sabiduría inabordable la rosista.
La importancia de nuestra rosa

“Actualmente, la rosa de San Pedro es más importante que en esa época. Se produce mucho más y el consumo es más importante. Antes la gente no estaba acostumbrada a plantar rosas en su jardín como ahora. Y va a ir creciendo”, afirma Cristel.
“En Europa las fábricas hacen jardines. Acá está creciendo eso, por ejemplo, la fábrica de cervezas que está en la ruta, antes de Zárate, tiene rosas nuestras, una paisajista amiga compró muchas Dalí Dalí nuestras y las plantaron ahí, en canteros”, informa con orgullo.
Tanto el cultivo como el consumo, asegura Cristel, son más importantes: “Ahora hay más cultivadores y mucho más rosas, se vende más que antes, mucha exportación, y sin expo”, reflexiona.

La nueva Expo Rosa
Treinta y nueve años después, un grupo de emprendedores de Río Tala decidió devolverle a la ciudad la mística de las grandes Expo Rosa. Será el fin de semana del 12 y 13 de diciembre, en la Estación de Trenes de esa localidad.
La Fiesta de la Rosa y los Viveristas comenzará el sábado 12 a las 19.00, cuando Pablo Guacone corte su primera cinta como Intendente, acompañado por quien será el nuevo Delegado de Río Tala a partir de la semana que viene, Gustavo Díaz.
Luego de los discursos, se realizará un homenaje a la “madre de las rosas”, Cristel Vidal, quien prometió estar presente antes de viajar a Paraguay a visitar a su hermana. Se le entregará una mención y se proyectará un video que recorre su vida y la de su familia rosicultora.
El cuerpo de danza árabe de niñas de la localidad será el primer número artístico de la noche, que serán presentadas por jóvenes talenses que oficiaron como animadores. En el salón de la Estación de Trenes estarán ubicados los arreglos florales, los floreros con rosas y habrá exposición de cactus y bonsáis.

En el salón de la estación estarán los arrgeglos florales, floreros, rosas, expo de caactus y bonsai.
Una carpa institucional del INTA, el INASE (Instituto Nacional de Semillas) y de la Escuela Agrotécnica se sumarán a la fiesta. El domingo habrá talleres y proyecciones educativos. El Ingeniero Agrónomo Luis Arrroyo presentará un video sobre el cultivo de rosas en Alemania, de donde proviene Leonardo Steppuhn, el padre del cultivo local. Los representantes de la escuela Agrotécnica brindarán un taller sobre el cultivo de rosas, con los pasos y las cuestiones a tener en cuenta para ser un buen rosicultor. La señora Susana Nouet, que hace arreglos florales, dictará un taller de rosa en porcelana fría.

Desde las 11.30 del domingo habrá un desfile en la plaza del pueblo, con una murga de chicos de Río Tala junto a la de alumnos de la escuela 501. Luego desfilará el carruaje con la Reina y las Princesas que serán electas el sábado por la noche.
Una suelta de palomas dejará abierta la segunda jornada de exposiciones en la que habrá, además de la muestra en el salón, viveristas, artesanos, cooperativistas apícolas, empresas de maquinarias y tractores junto a antiguas herramientas agropecuarias. Todo acompañado de artistas que pondrán marco musical desde el escenario.
La Fiesta de la Rosa en Río Tala promete devolverle a este característico cultivo local el brillo que alguna vez tuvo, aprovechando el buen momento que pasa el mercado rosicultor para darle empuje a una opción que arraiga en las tradiciones locales y mira al futuro, desde una localidad que busca encontrar su lugar en el circuito turístico sampedrino.

Publicado en "La Opinion Semanario" Edición 922

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